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EL Comendador Mendoza (in Spanish)
Books, Onlyart ; Valera, Juan
Synopsis "EL Comendador Mendoza (in Spanish)"
El comendador Mendoza (1876), es un personaje peculiar, abuelo de Faustino y habitante de Villabermeja en el siglo XVIII, evita con su carisma que Clara, otro de los personajes de la novela, sea monja y consigue que ésta con su amado Carlos.Extracto: A la Excma. Señora Doña Ida de BauerNunca, estimada señora y bondadosa amiga, soñé con ser escritor popular. No me explico la causa, pero es lo cierto que tengo y tendré siempre pocos lectores. Mi afición a escribir es, sin embargo, tan fuerte, que puede más que la indiferencia del público y que mis desengaños.Varias veces me di ya por vencido y hasta por muerto; mas apenas dejé de ser escritor, cuando reviví como tal bajo diversa forma. Primero fui poeta lírico, luego periodista, luego crítico, luego aspiré a filósofo, luego tuve mis intenciones y conatos de dramaturgo zarzuelero, y al cabo traté de figurar como novelista en el largo catálogo de nuestros autores.Bajo esta última forma es como la gente me ha recibido menos mal; pero aun así, no las tengo todas conmigo.Mi musa es tan voluntariosa, que hace lo que quiere y no lo que yo le mando. De aquí proviene que, si por dicha logro aplausos, es por falta de previsión.Escribí mi primera novela sin caer hasta el fin en que era novela lo que escribía.Acababa yo de leer multitud de libros devotos.Lo poético de aquellos libros me tenía hechizado, pero no cautivo. Mi fantasía se exaltó con tales lecturas, pero mi frío corazón siguió en libertad y mi seco espíritu se atuvo a la razón severa.Quise entonces recoger como en un ramillete todo lo más precioso, o lo que más precioso me parecía, de aquellas flores místicas y ascéticas, e inventé un personaje que las recogiera con fe y entusiasmo, juzgándome yo, por mí mismo, incapaz de tal cosa. Así brotó espontánea una novela, cuando yo distaba tanto de querer ser novelista.Después me he puesto adrede a componer otras, y dicen que lo he hecho peor.Esto me ha desanimado de tal suerte, que he estado a punto de no volver a escribirlas.Entre las pocas personas que me han dado nuevo aliento descuella V., ora por la indulgencia con que celebra mis obrillas, ora por el valor que los elogios de V., si prescindimos por un instante de la bondad que los inspira, deben tener para cuantos conocen su rara discreción, su delicado gusto y el hondo y exquisito sentir con que percibe todo lo bello.Aunque yo no hubiese seguido de antemano la sentencia de aquel sabio alejandrino que afirmaba que sólo las personas hermosas entendían de hermosura, V. me hubiera movido a seguirla, mostrándose luminoso y vivo ejemplo y gentil prueba de su verdad.No extrañe V., pues, que, lleno de agradecimiento, le dedique este libro.