Aproximadamente desde los años 50 del siglo pasado, la traducción empezó a reflexionar sobre sí misma y a hacerse cargo de su particular historia con el objetivo, sin duda legítimo, de lograr una autonomía que le permitiese poder normativizar y optimizar su praxis. Fruto de ese impulso, pueden dar cuenta tanto la normalización de las facultades de traducción e interpretación como el nacimiento de los denominados translation studies (estudios de traducción).